Introducción
La mayoría de los jóvenes universitarios rara vez se cuestionan acerca de su futuro laboral o de en qué se van a emplear al terminar la licenciatura. En general, se encuentran enfocados en disfrutar la etapa estudiantil, en la convivencia con sus amistades, y en muchos casos, bajo la protección económica de sus padres. Una minoría ya se encuentra inserta en el mundo laboral, aunque no necesariamente en puestos acordes a su profesión. Sin embargo, el grueso del estudiantado universitario no contempla de manera crítica su futuro profesional, ni se prepara de forma intencionada para su inserción al mercado de trabajo.
Este distanciamiento entre el ámbito académico y el mundo laboral no es responsabilidad exclusiva de los estudiantes; las universidades también contribuyen a esta desvinculación. Muchas instituciones de educación superior carecen de programas que orienten a sus alumnos sobre las exigencias del entorno laboral actual, caracterizado por su alta competitividad. Elementos básicos como la elaboración de un currículum vitae, el asesoramiento en imagen profesional, o la preparación para entrevistas de trabajo suelen estar ausentes de los planes de estudio.
El contexto laboral actual para profesionistas recién egresados
Según Rafael López Castañares, Secretario General de la ANUIES, aproximadamente el 40% de los egresados universitarios en México están desempleados o enfrentan dificultades importantes para encontrar un empleo relacionado con su formación profesional. Muchos estudiantes mantienen la falsa expectativa de que obtener su título universitario será suficiente para acceder de forma inmediata al mercado laboral. No obstante, cada semestre egresan miles de nuevos profesionistas de distintas instituciones educativas, todos compitiendo por un lugar en un entorno de oportunidades limitadas.
Estudios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT, 2019) han advertido sobre el creciente desempleo juvenil en América Latina y el desfase entre la formación académica y las competencias requeridas por el mercado. Este fenómeno afecta particularmente a los profesionistas recién egresados que no han desarrollado un perfil laboral claro ni han adquirido experiencia previa.
Además de esta saturación, la mayoría de los universitarios carece de habilidades para buscar empleo de manera efectiva. No saben redactar un currículum adecuado, desconocen los códigos de vestimenta profesional, y no tienen claridad sobre cómo comportarse en una entrevista laboral. Esto provoca que, en muchos casos, los egresados terminen desempeñándose en empleos que no están relacionados con su formación, como ventas o atención al cliente, lo cual puede comprometer su trayectoria profesional a largo plazo.
El impacto del primer empleo en la trayectoria profesional
El primer empleo tiene un efecto significativo en la carrera de un profesionista. Si un egresado de la licenciatura en nutrición, por ejemplo, se incorpora al sector ventas, y permanece ahí por tres o cuatro años, sus oportunidades de ser contratado como nutriólogo disminuyen. Esto se debe a que dejó de aplicar sus conocimientos profesionales, mientras desarrolló habilidades en un área distinta. Al competir por una vacante en su campo de formación, quedará en desventaja frente a alguien con experiencia directa como nutriólogo.
Como indican Morales y Méndez (2017), el capital profesional se construye desde las primeras experiencias laborales. Por ello, es fundamental que los alumnos comiencen a definir su perfil laboral desde la universidad. Preguntas como: "Ya estudio la licenciatura, pero ¿qué quiero ser profesionalmente?", "Si deseo insertarme en el ámbito clínico, ¿qué pasos debo seguir?" deben formar parte de una reflexión continua y guiada.
Desarrollo profesional previo al egreso: una mirada académica
Desde una perspectiva académica, el desarrollo profesional debe entenderse como un proceso continuo que inicia durante la formación universitaria. Según el modelo de competencias propuesto por Tobón (2006), los estudiantes deben ser preparados no solo en conocimientos técnicos, sino también en habilidades transversales como la gestión de su carrera, la toma de decisiones, la resolución de problemas y la proactividad laboral.
La UNESCO (2015) ha señalado que las instituciones de educación superior deben favorecer la empleabilidad de sus egresados mediante el fortalecimiento de sus capacidades para adaptarse a contextos cambiantes y desempeñarse con eficacia en múltiples entornos laborales. Esto implica que los programas académicos deben incluir componentes prácticos, espacios de vinculación real con el sector productivo y tutorías orientadas a la planeación de la vida profesional.
Desarrollar un perfil laboral desde la licenciatura es, por tanto, una acción estratégica que permite a los estudiantes identificar sus áreas de interés, construir un camino profesional coherente, y enfrentar de forma más efectiva los desafíos del mercado laboral. La orientación vocacional y profesional no debe limitarse a la elección de carrera, sino extenderse a la proyección de escenarios ocupacionales posibles.
Vinculación universidad-empresa y cultura de inserción laboral
Tanto las universidades como los estudiantes deben asumir un papel proactivo en la construcción de una cultura de ocupación laboral. Las instituciones educativas tienen el deber de implementar mecanismos de vinculación reales y efectivos: prácticas profesionales, servicio social, estancias y programas de mentoría que actúen como puentes hacia el mundo del trabajo.
Asimismo, resulta esencial incluir programas de elaboración de planes de vida y carrera profesional, junto con estrategias de desvinculación de la vida universitaria. Estas acciones permitirán que los alumnos desarrollen competencias no solo académicas, sino también humanas, como la responsabilidad, la toma de decisiones y la proyección a futuro.
Una formación para la competencia integral
Formar profesionistas competentes implica más que impartir teoría. Es necesario acompañar a los estudiantes en la transformación de ese conocimiento en habilidades concretas para el trabajo, fomentando en ellos una orientación hacia la calidad, la productividad y la calidez humana.
El alumno debe ser consciente de que su entorno actual cambiará. La zona de confort representada por su casa, sus amistades y la universidad tiene un límite temporal. Es en la etapa universitaria donde debe sembrar las bases para una trayectoria profesional satisfactoria. La universidad, por su parte, debe ser una plataforma que le dote de herramientas y escenarios para convertirse en un profesionista ético, crítico y comprometido con la sociedad.
Conclusión
La definición temprana del perfil laboral es clave para una inserción efectiva en el mundo profesional. Las universidades tienen la responsabilidad de preparar a sus alumnos para este proceso, y los estudiantes deben asumir un rol activo en su propia formación y proyección laboral. Solo así se cerrará la brecha entre la educación superior y el empleo digno, logrando una transición más armónica, efectiva y transformadora.
Autor: Psic. Fidel Hernández Tovar
Consultor especializado en temas de ARH
Referencias
López Castañares, R. (2010). Secretaría General de la ANUIES. Entrevista citada en diversos medios nacionales sobre la inserción laboral de egresados universitarios.
Morales, M. & Méndez, V. (2017). Transición universidad-empleo: trayectorias profesionales de jóvenes egresados en México. Universidad Autónoma Metropolitana.
OIT (2019). Tendencias Mundiales del Empleo Juvenil 2019. Organización Internacional del Trabajo. https://www.ilo.org
Tobón, S. (2006). El enfoque de competencias en la educación: una respuesta a los retos del siglo XXI. Ecoe Ediciones.
UNESCO (2015). Replantear la educación: ¿Hacia un bien común mundial? Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
Añadir comentario
Comentarios